Esta ilustración, basada en el cuento "Los techos calientes" de Norberto Alfredo Firpo, fue publicada en la revista VyL del 11 de Abril de 1961.
El texto que sigue fue escrito por Gustavo Ferrari, Aldo Pravia y Guillermo Parker para la presentación del insert Pratt in Giallo de la revista Fumetto nº 63, septiembre de 2007, ANAFI, Italia, donde estos dibujos fueron republicados por primera vez desde 1961:
PRATT EN VEA Y LEA, LA REVISTA
La revista Vea y Lea vio la luz el 14 de noviembre de 1946 constituyéndose en un émulo local de la revista norteamericana Look. Su sello distintivo fue la combinación de notas de gran calidad con abundante material fotográfico. Las notas tocaban diferentes temas de interés, desde la política y el espectáculo a la actualidad, la historia y la literatura.
He aquí un extracto de la declaración de principios del primer número: “Para los siguientes números queremos esto: abrir las páginas de Vea y Lea para que se llenen con la colaboración de todos los sectores intelectuales y científicos, políticos, sociales, económicos, artísticos, académicos; que en ella se debatan, se presenten y se discutan todos los problemas que interesan a la comunidad y que tengan como única finalidad y función la defensa de los intereses permanentes de la Nación. Queremos que cada número constituya algo de sorpresa para el lector; que no tenga secciones fijas, sino que vibre un poco a tono con los acontecimientos. Ya habrá notado usted, lector, que Vea y Lea pretende alcanzar una fisonomía distinta, tal como lo dice su título: que se “vea” claro y se “lea” fácilmente...”
Hasta el número 399 (25 de octubre de 1962) fue publicada por la editorial Emilio Ramírez, desde el número siguiente y hasta su fin, en el número 439 (6 de agosto de 1964), la editorial pasó a llamarse como la revista, Vea y Lea S.A.
A lo largo de sus más de 16 años de publicación tuvo colaboradores de notable calidad como Borges, Bioy Casares, R. Walsh, Oski, Quino, Cesar Bruto, Garaycochea. Desde fines de los años 50 se publicaron cuentos policiales, que fueron ilustrados por muchos dibujantes de la Argentina, entre ellos, L. Olivera, L. Durañona, A. Lisa, G. Tessarolo y Hugo Pratt, quien realizó las 11 ilustraciones que se presentan en este cuadernillo.
PRATT EN VEA Y LEA, LOS DIBUJOS
Desde fines de 1960 Pratt encaró la última etapa de su estadía en la Argentina. El año anterior había vivido en Inglaterra, donde realizó parte de su historieta Ann y Dan, ilustraciones varias e historias de guerra para Fleetway Publications. Al retornar a Argentina, Pratt volvió a trabajar para la editorial Frontera, dibujando nuevamente al Sgt. Kirk, a E. Pike y los dos últimos episodios de Ann y Dann; así como una serie de tapas a color para diferentes revistas de dicha editorial. Hacia 1962, ya en la editorial Yago y para la revista Misterix, Pratt realizaría sus dos últimos trabajos de importancia en Argentina, Capitán Cormorant y Wheeling.
El conjunto de ilustraciones que aquí estamos presentando por primera vez en Europa, fueron realizadas para la revista Vea y Lea, publicada por la Editorial Emilio Ramírez, entre enero y junio de 1961. Son 11 ilustraciones de cuentos policiales que, pese a ser desconocidas hasta ahora, se destacan dentro del corpus de la obra argentina de Pratt tanto por lo impactante de las imágenes como por la calidad y la técnica con que han sido realizadas. Aguadas, manchas, pincel seco, trazos rápidos y precisos, fondos plenos, grises, dibujos casi realistas, todo lo que estaba al alcance de sus posibilidades es utilizado por Pratt para ofrecernos su visión de los momentos culminantes de un conjunto de relatos policiales plagados de misterios y asesinatos, de climas sórdidos y tensos, de muerte, desesperación y venganza. La mayoría de las ilustraciones fueron realizadas a doble página, lo que aumentó las posibilidades expresivas de Pratt, cuyo trabajo aquí se acerca a la línea que ya estaba explorando el gran maestro argentino, A. Breccia.
Se trata entonces, de una obra excepcional realizada durante el período en el cual Pratt termina de afirmarse ya no tan sólo como un gran dibujante, sino como un narrador total, autor por entero de su obra, un verdadero maestro de lo que Oscar Masotta denominó la literatura dibujada.